“No es que yo quiera darte
Pluma por pistola
Pero el poeta eres tú.”
(Miguel Barnet : Che)
(La obra)
Y para no dejar a nadie solo y abandonado
el canario en su aniversario recibió un gato,
y el que hasta ahora por nadie ha sido cuidado,
a este por supuesto le tocó un soldado.
Sólo esto quedaba inconcluso del mundo,
ahora Dios lo observaba con gusto,
luego lo rodeó con alambrada
para preservarlo de cualquier canallada.
(Al otro lado)
De palabras se llenan los periódicos
como bajo lluvia los caminos de fango,
se infiltran por la redes nerviosas del hombre
y por sus labios revienta el bostezo.
En esa hora de sueño qué más podría hacer:
Los pies del hombre en marcha se ponen
Atraviesan a su dueño por la plaza en movimiento
mecánico por ambos lados de un órgano de placer.
Allá, enfrente vive la amante del hombre,
justo llenando un crucigrama echada boca abajo, y cuando se cansa,
entre pulgas de anuncios matrimoniales se rasca.
En cierto lugar de recién nacidos abonan el mundo,
y tajan la panza de mujeres amarillas, pero aquí,
todo concluye en el cuarto de baño.
(Si tiene un poco de suerte)
Cuando el hombre nace :
de regalo, un país recibe
con escudo dorado y con rey,
y un país relativamente con valles y montañas
en el mejor de los casos -
Cuando el hombre nace:
de regalo, una ciudad recibe
con alumbrado especial y con alcalde,
y una ciudad bonita recibe, con alcalde honesto
si un poco de suerte tiene –
Cuando el hombre nace:
de regalo, una calle recibe
con el último nombre histórico,
y si nació un día bueno, entonces
la calle la recibe cerca de los trasportes.
Cuando el hombre nace:
de regalo, una habitación recibe
con hornilla y peldaño,
y si un poco de suerte tiene,
hasta una cama se halla en ella,
sobre la cual luego se divierte.
Cuando el hombre nace:
de regalo, una caja de madera recibe
con un nombre y dos fechas doradas,
y si un poco de suerte tendrá,
estas con el tiempo,
alguien las recordará.
(Resplandece desde más alto)
¡Cuánto te esperamos, olor de Olivo,
como gritamos embriagados por tu nombre,
como te subimos sobre nuestros endebles hombros,
en días de hambre y sueño, cómo te llevamos a cuestas!
Descalzos en las heladas fuimos a recibirte,
sedientos en días de calor,
los pies hinchados, las manos agrietadas,
cargamos morteros, ladrillos juntamos debajo de ti,
resplandece desde más alto…
¡No abandones tu, antes de tiempo a esta exánime tropa,
Moviliza por nosotros tu corazón, tus brazos!
(Pon tu arma sobre mis hombros)
Antes de que
en un cabaret particular de nombre Boyante
como flemático intelectual desprecie el mundo,
antes de que cambie también mi deslucida amante
por mujeres deslumbrantes,
en un momento de sabor olvidado,
arrimado a ti en la calle empringada
donde por nuestros calzados agujereados
se filtra el frío suco,…de la tarde
mientras nos fumamos también nuestros último
cigarro, pon tu arma sobre mis hombros,
que sienta el frío metal apretar,
y cantemos algo sobre la Revolución!
Aquello, que enrojece el rostro de los niños pobres,
derriba las estatuas de los saqueadores,
voltean la mesa de los cambiadores de moneda
y entrega altruistas sueños al corazón –
¡Deja que me arrime a ti,
antes que
yo también deje de extrañarte a ti!
(Desierto regado por alcohol)
Porque estos cincuenta-sesenta años sin ti
son tan sólo autocomplacencias de células.
El amor concluye en la erección
y deja su lugar
al tedio de la carne satisfecha.
Las mujeres no paren
o si dan a luz,
los niños juegan a policía y bandidos,
hasta integrarse entre los grupos gamberros
de las adolescentes-putas y
los jefes con órganos sexuales tatuados.
Porque
de las heridas cuidadosamente administradas
no salta la sangre,
pues la herida no surgió por ti,
en la arena de los dientes apretados
no rechinan las incitaciones de la furia,
únicamente algún sonido de trompeta
se arrastra solitario, o
las histéricas guitarras eléctricas galopan sin tino
en el desierto regado con alcohol.
Porque el amor empalagoso
y la hierba de seda de la sumisión sufrida
recubre sin ti el trillo de jungla
de nuestros sentimientos.
Puños podridos cuelgan de los cuerpos,
recorridos por las `pulgas de las ilusiones burguesas ,
o puños metidos en los bolsillos, con dedos buscadores de monedas,
o puños esclavos arrastrados entre placeres de horas,
que como los perros policías adamados,
ya sólo pueden soltar ladridos.
Porque en las camas arrugadas,
en el éxtasis de la misericordia post mortem,
frente a las puertas,
frente los placeres,
frente las funerarias,
sólo manosear se puede la vida,
con manos temblorosas y
sucias por la eterna muerte.
(Las horas precedentes de la aurora)
Vino un hombre
que así cantó:
Como los espíritus,
a medianoche nos mezclamos entre ustedes.
Las horas precedentes de la aurora son oscuras.
Sólo las botas galopan de noche
entre las hierbas del monte, sólo
los murciélagos de la amargura susurrada en la
oscuridad atraviesan rechinando los poblados.
Nuestras palmas se pegaron a la culata,
porque amamos el fusil.
Buen fusil –le decimos- ¡ama la sangre,
no el trino de las aves, no al viento,
como los poetas y demás humanistas!
El humanismo es de las bibliotecas,
Los estantes crujen de humanismo.
Nuestros ojos son pozos negros del hambre,
nos humillaron de miles de formas,
ahora amamos nuestro fusil,
Buen fusil –le decimos- ¡ama la sangre!
(Y veo, escupe la sangre y la tierra,
alumbran sus ojos de su cara enfangada,
se convertirá cualquier día en soldado desconocido,
obesos diplomáticos depositarán ofrenda
floral en su tumba, calle y almacén
llevará su nombre,
- yo a sus manos estoy asecho, prieto
y me inclino
por el fusil enfangado.)
Agarro, con presión en mi boca, tu nombre,
como al verdín el que se ahoga.
Entre mis dientes traspaso tu nombre
a través de los mentidos amores.
Habría que hablar sobre ti y cantar tu nombre,
Como canta el soldado capturado,
pero la primera palabra de cada signo estratégico es tu nombre,
así pues me está vetado pronunciarlo.
En las amargas conspiraciones de mi horas, cuando
la preocupación vigila con desconfianza hasta la
miseria, con atención sigo cada nombre pronunciado
qué ha quedado de tu nombre sin expresar.
Si me desgajara esa camisa sangrada,
con la que me vistió harta de obligaciones el mundo,
todos podrían ver tu nombre tatuado sobre mi piel,
y todo sería más sencillo a partir de entonces
Mas tu nombre tan sólo sigue apretado entre mis
dientes, y como el padre en la trinchera mira
las fotos de su nunca visto hijo,
así te miro esperanzado.
(Al final de la leyenda)
Y también Dios al final de la gran leyenda
cuando crucificar mandó, vinagre le dio beber,
a quien tanto pisó fango por él.
Para ayudar su creación moribunda,
mientras aquel repite con afán: ¡yo, yo!
Y sólo para saquear se junta en tropa,
o si su amo al tren militar lo monta,
y danza altivo sobre su propia amargura.
Si queda algo bueno a veces en el mundo,
pequeños judas lo empringan pronto,
para luego como los que comparten destino,
contonean bajo luces, glorias esperando.
Pues no sé si vale la pena que vea
quién es a quien aún le temen los cobardes.
El cuerpo del héroe, si atraviesa el pobre la violenta
muerte, por permanentes gusanos es devorado.
(Apostilla)
¡Oh, Príncipe de este mundo, de cacofonía,
si con alardes nos echamos a la saliva,
frente a Dios, no hables de nosotros, mejor
tan sólo implora por nosotros, Che Guevara!