¡Qué princesa final-la última hoja
de otoño- pasa por en medio, lenta,
de la ancha calle sola!
Rubia, desheredada, morganática
esposa del gorrión. Presentan armas,
inútiles aceros, ramas secas,
dobles filas de árboles, la guardia.
¡Adiós!
Las encendidas iluminaciones
urbanas a su muerte paraísos
eléctricos ofrecen, blancos campos
elíseos. ¡Arriba!
El viento, su destino, ya la sube,
alma, al cielo.
¡Adiós! Invierno, ¡qué anarquía!, invierno.
Las dinastías verdes
cumpliendo trasatlánticos destierros,
esperan
abril, clarín, restauración segura.